La misión de la Agencia de Desarrollo y Diseño de Nación es integrar a las agencias del Gobierno Ejecutivo y a las entidades municipales, con el objetivo de unificar todos los sectores de la sociedad mediante un enfoque de “todo el Gobierno” y “toda la sociedad” para enfrentar juntos los desafíos nacionales, actuando como una sola familia. Un ejemplo claro es el proyecto de restauración del Lago de Ilopango, que representa un verdadero esfuerzo en línea con esta visión integral. La ADDN ha logrado reunir a los principales propietarios de tierras en los alrededores del Lago Ilopango, empresarios clave, Alcaldías de la zona involucradas y todos los Ministerios correspondientes: MAG, MINSAL, MARN, MIVI, así como ASA y ANDA, y algunas organizaciones no gubernamentales como PROLAGO, ACHES y RIES. Cada vez más actores se suman con entusiasmo al proyecto, demostrando el fuerte interés en colaborar y aportar.
Un momento fundamental en este esfuerzo fue cuando la Fundación Raices Indígenas de El Salvador (RIES) junto a su líder, Sebastián Morales, un hombre visionario y con mucha sabiduría, se acercaron a la ADDN, aportando una perspectiva espiritual basada en un profundo sentido de respeto y responsabilidad para salvaguardar la herencia que Dios nos ha dado. RIES, un grupo ambiental fundado por el pueblo Náhuatl, compartió su historia con nosotros. A lo largo de los siglos, este pueblo ha preservado su cultura, idioma y cultivos autóctonos, superando la colonización española y ocultando su identidad en tiempos de guerra y otras dificultades.
Hoy, bajo el Gobierno del Presidente Nayib Bukele, por primera vez desde la época colonial, el pueblo Náhuatl ha encontrado la confianza para acercarse al Gobierno y colaborar. Este es un hito histórico para el país, pues es la primera vez en siglos que una cultura precolonial se involucra de manera entusiasta con las autoridades.
Durante nuestras conversaciones, abordamos temas como los derechos de subsistencia y la cultura sostenible que los pueblos indígenas han mantenido bajo condiciones extremadamente difíciles, sin ningún apoyo y enfrentando la presión de gobiernos anteriores desde los orígenes del país. Nos dimos cuenta de que un nuevo amanecer ha llegado para su cultura, un cambio que ellos reconocieron desde que escucharon hablar por primera vez al presidente Bukele, marcando el inicio de una era donde el gobierno valora lo que pueden aportar a la nación.
Ellos ofrecieron sus semillas autóctonas, preservadas culturalmente, para contribuir a la alimentación del país, resaltando que estas semillas han sido cultivadas y adaptadas durante siglos, lo que las hace especialmente resistentes y valiosas en términos de biodiversidad. Su aporte no solo podría mejorar la seguridad alimentaria nacional, sino también preservar la riqueza genética de las plantas autóctonas, algo esencial para la sostenibilidad agrícola a largo plazo.
También conversaron sobre sus métodos de purificación de agua, técnicas ancestrales que no solo filtran el agua de manera eficiente, sino que también previenen la contaminación desde la raíz, al promover prácticas que protegen las fuentes hídricas. Lo más relevante es que compartieron su profunda guía espiritual sobre el respeto a la tierra, el agua y a todos los seres vivos que coexisten con nosotros, subrayando la importancia de preservar nuestro planeta, comenzando en El Salvador, un país rico en cultura y naturaleza, para garantizar un futuro sostenible para las próximas generaciones.
Nuestro país ahora tiene la oportunidad de aprender de auténticos patriotas, personas dispuestas a compartir no solo su conocimiento, sino también las responsabilidades fundamentales de cada uno de nosotros, vivamos en la ciudad o en el campo, para proteger y desarrollar nuestra nación, asegurando que todos contribuyamos al bienestar común y a la preservación de nuestro patrimonio natural y cultural.